Siempre.
Así fue como terminé la última publicación de este blog hace ya unos años. Debo reconocer que tres años más tarde, muchos aprendizajes, muchos pensamientos y muchas vivencias después, sigo sin entender la facilidad con la que usamos tal palabra, y lo que nos cuesta cumplir con su significado.
Llevo tres años de silencio y no creo que deba volver a redactar lo que antaño fueron las cartas del café propiamente dichas, pero es que como todo, nada es para siempre. Hoy tengo de nuevo la imperiosa necesidad de sentarme delante del ordenador y apretar las teclas sin esperar encontrar una inspiración que me regale la obra magna de mi vida, el poema perfecto a la musa más amada o la certeza absoluta de contar una revelación revolucionaria que nos cambie la vida. Nada de eso. Mas bien siento la necesidad de volver a sentirme tranquilo.
Es curioso como aquello que antaño nos cuesta poco y que creemos estará ahí para siempre, con nuestro día a día, nuestras obligaciones y nuestras fabulosas escusas, lo olvidamos hasta transformar nuestros siempre, en jamas. En tres años, muchos han sido los momentos en los que me he podido parar a escribir, aunque fuera sobre un pedazo de papel, acerca de la maravillosa historia de amor de dos jóvenes en aquel café de Barcelona, o de como tres señoras ríen mientras hacen una sobremesa en un restaurante de la costa brava, o por que no, acerca de aquel grupo de pescadores jubilados, que entre redes y sardinas, fuman de una pipa mientras recuerdan aquellos viejos tiempos en los que ellos también se hacían a la mar sin saber si conseguirían el sustento suficiente para alimentar a sus familias un día mas.
Pero es más fácil pensar en nuestras escusas que en nuestras propias necesidades. Porque quién somos nosotros para complacernos, nadie. Cada día deben de ser otros quienes nos complazcan, quienes nos hagan más felices, quienes nos saluden por la mañana y nos hagan reír, ¿no? Así es como creemos que debe de ser el mundo. Un continuo esperar a que sea otro el que nos regale algo, y si no lo hacen, qué problema hay, así ha sido siempre, jamás nadie ha dado duros a cuatro pesetas.
Pero... ¿y si nadie jamas lo hubiera probado? ¿Y si simplemente siempre hacemos aquello que siempre nos han dicho que se debe de hacer, porque así ha sido y así será? Y así será... para siempre.
Siento deciros que se equivocan. Nada es para siempre.
Probad, no tengáis miedo. Sed vosotros quienes regaléis una sonrisa cada mañana, sed vosotros quienes preguntéis a los demás, ¿qué tal estas hoy? o ¿qué tal la familia?, no esperéis, cambiad el mundo. Salid de vuestras siempre usadas escusas, y posiblemente no volveréis a ver el mundo como siempre lo habíais visto. Pensad que al fin y al cabo no hay mucho que perder pero sí mucho a ganar.
Y si no os funciona, seguid como siempre y recordad que, jamás, cumplimos con su eterno significado.
Las cartas del café y desvarios
jueves, 10 de octubre de 2019
lunes, 16 de mayo de 2016
Vigésimo novena carta: un café solo, solo con azúcar...
Un año ha pasado desde mi última publicación. Un año lleno
de experiencias, lleno de momentos buenos y no tan buenos. Un año repleto de
historias que pasarán al olvido o serán pasto de las sobremesas. En cualquier
caso un año de silencio necesario para reflexionar.
Me encuentro en Juriquilla, México, a 9498km de mi casa, y
hoy simplemente he pedido un café. Un café solo con azúcar. La mesa es metálica
y fría, la silla de jardín y mi vaso blanco me acompaña mientras observo el
panorama de alrededor. La verdad no hay mucho que contar, un centro comercial
donde gente de bien pasea arriba y abajo. Delante, una mesa con madre e hija de
origen extranjero.
La verdad es que después de un año, debería de querer contar
tantas cosas que no tendrían cabida una única carta, pero debo reconocer que es
por el momento y no por el que querer contar, que nacen estas cartas. En su
inicio, no eran más que una manera de salir de aquellos momentos en los que nos
cuesta a veces salir, y deben seguir así, a pesar de que no las use con la
misma frecuencia.
El café aún quema y sigo teniendo sueño. Silencio en mi
cabeza.
Hacía tiempo que no tenía miedo de sentirme solo, quizás
porque en este tiempo me he sentido más arropado de lo que me podría imaginar,
pero ahora, a esta distancia, siento de nuevo un frio especial, un frio que es
mas gélido que el de cualquier invierno. Un frio que aterra incluso al más
valiente y yo no soy valiente, y echo de menos un abrazo.
A pesar de todo, a pesar del miedo, del frío, del dolor
tenue en los huesos y músculos de mi cuerpo todo tiene fecha de caducidad y
todo acaba volviendo a la normalidad, a nuestra normalidad, porque queramos o
no, la decisión de donde colocamos nuestra zona de confort, de donde están
nuestros radios de acción, de donde puedo y donde no puedo incidir depende de
nosotros y de nadie más.
Sorbo de café y la cafeína ya está aquí.
Mi trabajo me brindó una nueva aventura y a pesar de que no
sea la aventura soñada, a pesar de que seguramente los caminos que se inicien a
posteriori no sean los deseados o tal vez sí, a pesar de todo, la aventura debe
vivirse por igual, y sé que habrán más y mejores azañas, habrán millones de cuentos
para contar, historias para revivir y nuevos mundos a explorar. Lo único que
deseo es no dejar de vivir los abrazos que me protegen de mis miedos sea donde
sea que los necesite. Mientras tanto, me acabaré mi café solo con azúcar, solo
y en busca de los caminos que me lleven a las sendas que recorro junto a ti,
los dos juntos.
Siempre.
jueves, 14 de mayo de 2015
Vigésimo octava carta: un café con prisa y sin papel...
Pocas son las veces en las que un café me pilla sin papel
encima, pero en esta ocasión... Deberé apretar mis palabras.
La letra del cartel llama la atención por sí solo, llena de
nostalgia nuestra mente y muestra un nombre muy a "la mode", en
colores vivos y formas redondeadas, dejando ver a través del cristal su increíble
interior.
Me encuentro en "le cinquante huit" de la Rambla
del Poble Nou y a pesar de sus marcadas paredes y su aspecto descuidado, el
lugar muestra un encanto especial al entrar a la sala que hay en su interior.
El café es suave y por primera vez me siento obligado a escribir
esta carta en papel improvisado, utilizando para ello unos billetes de
ferrocarril gastados, menos mal que siempre los llevo encima junto con un bolígrafo.
La verdad, es que rebuscando, tengo la sensación como si
hubieran pasado años desde el último café que me tomé, o desde la última vez
que escribí mejor dicho, y es que aunque solo hayan pasado dos meses desde
entonces, mi vida ha dado giros y giros y vueltas y vueltas como una montaña
rusa y parece otra vida totalmente distinta. Podría decir, que en dos meses, he
cumplido con lo que en una de las anteriores cartas me comprometí, cambios!
El café está lleno de una suave espuma, y es dulce...
Por el momento soy el único cliente, pero estoy seguro que a
medida que la tarde avanza, "le cinquante huit" se irá convirtiendo
en un lugar lleno de buen ambiente, lleno de ese olor a comida y vino, lleno de
color y de risas de fondo... Seguro que se convierte en uno de esos
restaurantes chic, aunque le pega mas la palabra pop, del barrio donde la gente
moderna, los bohemios y los que buscan en general algo de nostalgia en un bar,
tienen su hueco y su lugar.
Yo por el momento solo estoy de paso, ya que no dispongo de
mucho tiempo, pero sin dudar, es muy probable que pronto vuelva a visitar este lugar
con mas hambre que sed y con más calma que prisa.
Mientras tanto, me acabaré el café observando las viñetas de
tintín colgadas a modo decorativo y en forma de cuadro en la pared y esperando
empezar nuevos caminos que me lleven a épocas, lugares y momentos desconocidos
y me llenen el cuerpo de emociones que poder transmitir, disfrutar y compartir.
Así que, con aire de cambio acabo esta mini carta y espero encontrarme con mas
cartas en mis recientes, y a mejor, cambios.
lunes, 9 de marzo de 2015
Vigésimo séptima carta: un café con pan y chocolate
Hace ya casi tres años que esto del blog se inició sin ningún fin
en concreto y sin saber hasta cuando seguirá teniendo vida. Recuerdo que fueron
las ganas de empezar un proyecto personal diferente lo que me hizo escribir la
primera de las cartas, y todo ello motivado e ideado por dos grandes amistades
madrileñas a las que siempre les prometo una visita que muy a mi pesar parece
no llegar. Esta vez me comprometo a hacer que llegue.
A pesar de todo, cada vez que veo el
número de visitas que tengo, me asombro al ver que siguen subiendo, aunque,
evidentemente poco a poco debido a mis pocas publicaciones, y que son ya más de
seis mil las personas que por error, por azar, por mi pesadez en las redes
sociales, por curiosidad o simplemente porque les gusta lo que leen entran a
formar parte de ese pequeño motor que sigue rodando y que me mantiene cerca de
la palabra...
Hoy la tarde huele a harina y pan recién
horneado, todo es madera clara y mucho movimiento. Dentro dos ascensores dan
acceso a este extraño hotel con más pinta de "boulangerie" que de
otra cosa. Al fondo, diferentes espacios comparten el salón al lado de una
cristalera que da a la cocina donde se procesan cada uno de los panes que
tienen en su mostrador. Desde luego el olor por la mañana debe de ser digno del
cielo. Gente que vienen en busca de su dosis de cereales hacen cola mientras yo
observo la bollería de aspecto increíble. Me toca pedir..., y sin dudar, me fio
de toda esa gente anónima que veo. Pido una hogaza de pan de cereales y un
chocolate a la taza.
Que recuerdos cuando de pequeño tocaba esa
combinación para merendar. Pan con chocolate. Siempre era la combinación
perfecta de igual si era bollo, Viena, barra, molde..., o si el chocolate era
negro, con leche, con avellanas, blanco (mi favorito por cierto),... Después de
aquella merienda... daba igual el mundo, solo podía ser un mundo lleno de color
y de felicidad...
Volviendo a la historia inicial, y
disculpándome por la locura que debe suponer para vosotros, los lectores, el
seguir leyendo mis textos llenos de viajes en el tiempo y de idas y venidas de
mi cordura, es asombroso para mí como aún de tanto en tanto hay quien me
agradece alguna de las palabras que he dicho o puesto en estas cartas, algo
que me asusta ya que el poder de la palabra gracias, para mí, está al
alcance de muy pocas cosas en la vida, por ello, me hacéis sentir muy dichoso
por poder recibir ese gran regalo y por ello, os quiero dar las gracias. Es lo
mínimo.
El chocolate es negro y amargo, pero aún
teniendo azúcar, me gusta esa amargura mezclada con cada uno de los frutos
secos que voy encontrando en cada mordisco. La combinación es sabrosa y
deliciosa. Aquí, como en algunos de los cafés que ya he descrito, también
existe una mesa compartida, en la que me acompañaba un hombre con su ordenador
de manzana y un joven con gafas de sol, las cuales no se ha quitado en todo
momento a pesar de estar en un espacio con una luz tenue y cálida.
Vuelvo a desconectar y reconectar... y ya
ni sé si quiero hablar del delicioso chusco, del oscuro y amargo tazón, del
lugar, de agradecimientos o de que, lo que sí tengo claro es que espero poder
seguir disfrutando de muchos cafés, espero seguir compartiendo los espacios con
el mundo y espero seguir recibiendo mucha riqueza de aquellas personas que vean
en las palabras que escribo algo que les haga, por lo menos, sonreír.
viernes, 16 de enero de 2015
Agradeciendo que te enfrentases a los fantasmas que de pequeño me aterraban...
Hoy es un día especial, hace tiempo sentía miedo e incertidumbre acerca de un familiar, hoy siento admiración. Por ello, será él quien reciba la primera de
las cartas de agradecimiento que me comprometo a escribirle a aquellas personas
que por alguna razón han sido un referente o han cambiado algo que me ha hecho
reaccionar en la vida.
Esta primera carta de agradecimiento va dedicada a mi primo.
De pequeño, sentía cierta curiosidad y respeto por ese aire
libre y rebelde que siempre mostrabas, pero a su vez, también el miedo me recorría
al no saber casi nada de ti. Eras solo una sombra de lo que llegaste a ser,
pero aún así lo poco que sabía me mostraba dos personas, de un lado, una cálida
mano agradable capaz de ser emotivamente cariñosa y buena, de la otra, una
frialdad tan capaz de alejarte de ti mismo que te perdía.
El tiempo fue y se nos fue, corrió más de la cuenta a veces
y otras veces menos de lo deseado, pero seguía corriendo. Y de nuevo te sacó de
ti mismo una frialdad ajena a ti. Te nos volviste a perder y yo seguía guardando una flauta como recuerdo de alguien que no sabia si volvería a ver.
Pero curiosamente, años más tarde, no sé si por casualidad o
por deseo mutuo, supimos de nuevo el uno del otro, reapareciste y animaste aún
más mis ganas de alimentar la esperanza de que la felicidad no es una meta, es
parte del camino, y me diste más alas para continuar expresándome tal y como
aún a día de hoy hago.
Y aún no se si te parecerá correcto o no, ni siquiera te he
preguntado si puedo o no escribirte esta carta, pero creo que debo, porque hoy,
eres tú quien me dio la esperanza de que las cosas pueden acabar bien si uno
las lucha, si uno se lo propone, si uno quiere, sin importar el mundo, pues el
mayor tesoro somos nosotros mismos y los que deseen estar a nuestro lado. Qué
gran lección. Y al resto como dices, y perdonadme por la expresión, "que
les den por culo", porque ni son dueños de nuestra voluntad ni podrán
obligarnos a elegir si queremos pelear por ser felices sin entrar en su juego. Tuviste
libertinaje, y aprendiste a valorar la libertad!
Por todo ello, por todo lo enseñado sin que ni siquiera
supieras que enseñabas, por todo el cariño acumulado en este tiempo, porque la
gente te quiere tener cerca, como yo también lo quiero, por saber caer bien
abajo y levantarte, por enseñar al mundo que tú puedes! y por animar las ganas
de empezar este reto dedicado a las personas que fueron importantes de algún
modo en convertirme en lo que soy, mil gracias!
Dedicado a U.X.L.P., gracias por tus enseñanzas y espero poder seguir
aprendiendo!
sábado, 3 de enero de 2015
Desvariando con mis héroes y villanos
Empezó ya el 2015, atrás dejamos un año lleno de retos logrados de metas alcanzadas y de alguna que otra caída, pero, que aunque no lo aceptemos, también forman parte del juego. Ahora llegan nuevos retos y propósitos personales a los que intentaremos hacer frente, llegan nuevos vientos portadores de cambio, aunque en muchos casos solo serán brisas suaves.
Yo la verdad es que este año no me he marcado ningún propósito concreto, parece que sea casi una obligación decir que voy o que no voy ha hacer en el transcurso de los siguientes 365 días, marcando mis acciones como si fuera el programa de un partido político. No obstante si me he planteado una línea de acción, quiero cambio, quiero poder aplicar cambios y poder controlar la situación frente a éste, aceptarlo y adaptarme.
Como ya dije anteriormente, el cambio es evolución, y en estos últimos días del año, quizás he visualizado situaciones donde este proceso evolutivo se ha marcado como una necesidad más que como una opción. Lo curioso de observar desde fuera el cambio, es que como en casi todo, puedes evaluar con una mayor cantidad de información todos los parámetros del proceso, y es un acto increíblemente empático, cuyo fruto fue el descubrir que bajo un prisma concreto, héroes y villanos pueden no ser ni tan héroes, ni tan villanos, pueden simplemente ser personas con una inmensa necesidad de adaptarse el uno al otro.
De nuevo vuelvo a escribir desde mi ferrocarril diario, y ya estoy a medio camino del trabajo, el sol de enero, me acompaña y calienta mi cara…, que agradable sensación…, y yo, mientras, solo sonrío cerrando mis ojos...
Volviendo a mis desvarios, planteo preguntas a las que quizás no haya respuestas o quizá haya tantas respuestas válidas que no se puedan contemplar todas. ¿Cuánto empáticos somos con nuestros héroes y con nuestros villanos? ¿Cuánto justos y altruistas con sus necesidades? ¿Cuánto dejamos que sean los demás quienes condicionen nuestros objetivos, nuestras metas, nuestros propósitos o nuestro personaje en la historieta? ¿Cuánto pueden los demás marcar y definir mi resultado? ¿Cómo yo puedo no ejercer un juicio fuera de lugar, irracional o imparcial de mis villanos? ¿Qué hacemos por nuestros héroes y ellos por nosotros? ¿Y nuestros villanos?
No creo que haya una sola respuesta, de hecho solo de escribirlas, ya pude ver más de una posible solución a las dudas, pero quien sabe si son las correctas, supongo que solo dependerá de como quiera afrontar la situación y de cómo quiera ver el personaje que todos llevan dentro. Yo ni me siento bueno ni me siento malo, solo intento ser más yo que nunca en cada momento, y deseo que los demás conmigo sean siempre más ellos que nunca. Mientras tanto, seguramente seguiré desvariando y paseando entre héroes y villanos.
Yo la verdad es que este año no me he marcado ningún propósito concreto, parece que sea casi una obligación decir que voy o que no voy ha hacer en el transcurso de los siguientes 365 días, marcando mis acciones como si fuera el programa de un partido político. No obstante si me he planteado una línea de acción, quiero cambio, quiero poder aplicar cambios y poder controlar la situación frente a éste, aceptarlo y adaptarme.
Como ya dije anteriormente, el cambio es evolución, y en estos últimos días del año, quizás he visualizado situaciones donde este proceso evolutivo se ha marcado como una necesidad más que como una opción. Lo curioso de observar desde fuera el cambio, es que como en casi todo, puedes evaluar con una mayor cantidad de información todos los parámetros del proceso, y es un acto increíblemente empático, cuyo fruto fue el descubrir que bajo un prisma concreto, héroes y villanos pueden no ser ni tan héroes, ni tan villanos, pueden simplemente ser personas con una inmensa necesidad de adaptarse el uno al otro.
De nuevo vuelvo a escribir desde mi ferrocarril diario, y ya estoy a medio camino del trabajo, el sol de enero, me acompaña y calienta mi cara…, que agradable sensación…, y yo, mientras, solo sonrío cerrando mis ojos...
Volviendo a mis desvarios, planteo preguntas a las que quizás no haya respuestas o quizá haya tantas respuestas válidas que no se puedan contemplar todas. ¿Cuánto empáticos somos con nuestros héroes y con nuestros villanos? ¿Cuánto justos y altruistas con sus necesidades? ¿Cuánto dejamos que sean los demás quienes condicionen nuestros objetivos, nuestras metas, nuestros propósitos o nuestro personaje en la historieta? ¿Cuánto pueden los demás marcar y definir mi resultado? ¿Cómo yo puedo no ejercer un juicio fuera de lugar, irracional o imparcial de mis villanos? ¿Qué hacemos por nuestros héroes y ellos por nosotros? ¿Y nuestros villanos?
No creo que haya una sola respuesta, de hecho solo de escribirlas, ya pude ver más de una posible solución a las dudas, pero quien sabe si son las correctas, supongo que solo dependerá de como quiera afrontar la situación y de cómo quiera ver el personaje que todos llevan dentro. Yo ni me siento bueno ni me siento malo, solo intento ser más yo que nunca en cada momento, y deseo que los demás conmigo sean siempre más ellos que nunca. Mientras tanto, seguramente seguiré desvariando y paseando entre héroes y villanos.
martes, 25 de noviembre de 2014
Desvariando sin saber dónde...
Hace mucho tiempo ya, recuerdo un tiempo en el que solo
escribiendo conseguía aliviar la pena que sufría mi corazón. Recuerdo que en
aquellos tiempos no importaba el frío, el sol, la lluvia, no importaba reír, no
importaba la felicidad, no importaba la soledad, no importaba nada que no fuera
sacar aquel dolor que me aquejaba por dentro, que me atrapaba en una tristeza más
propia de otro mundo que del que nos rodea.
En aquella época, nada tenía sentido y nada necesitaba
tenerlo. El amor era mi sino, era mi motor y por desgracia para mí, solo el
desamor su combustible. No obstante, mucha gente se maravillaba con mi llanto,
se asombraba con mis lágrimas más secretas, expresadas en aquellos versos de
los que hablo ahora y en los que jamás encontré la felicidad.
Hoy siento de nuevo esa necesidad de escribir, hoy siento de
nuevo que necesito volver a ese ningún lugar en el que tanto tiempo estuve
andando, sin saber a dónde... Por eso hoy volveré a escribir, como dijo
Neftalí, los versos más tristes, y será en honor a aquel tiempo que ya pasó,
será en honor a aquel tiempo que no debe volver, será en honor a mis silencios
y a mis lágrimas, pero ante todo, será en honor a mí, a lo que soy hoy, a lo
que quiero llegar a ser mañana y en honor a la dureza del camino, que es el que
le da valor a todo lo que he ido logrando y pienso lograr en esta vida.
"Siento tristeza y no sé bien porqué, soy feliz pero no
siento mi felicidad, el vino sabe a harina y no disfruto de este viaje. Mi mano
quiere escribir, quiere gritar pero no sabe cómo. Lo que antaño fue fluido, hoy
cuesta de sacar, y crece dentro de mí doliendo más que nunca. Se oye un grito
desolador, pero nadie lo escucha, se me eriza la piel, mis huesos se estremecen
y siento un frío seco dentro, del que no me puedo abrigar ni siquiera en tus
brazos amor. Mis ojos lloran cuando ven la luz, pero saben que son lágrimas de
dolor porque todo huele a ceniza. Todo se arrasó. Todo aquello que plantamos,
todo aquello que florecía ayer, hoy no es más que polvo y muerte gris, todo se
quemó por culpa de quién jugó con fuego en el lugar equivocado y ahora ya es
tarde, el mal ya se hizo y solo me queda marcharme o esperar a que la escasa
lluvia limpie todo y devuelva la vida a esta tierra infértil... En cualquier
caso, con el tiempo mis ojos volverán a ver las flores de lo que será, más que
nunca mi hogar"
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